jueves, 1 de abril de 2010

Tu doble condescendencia se vuelve peligrosa


Es feo darse cuenta que repetimos siempre la misma lógica, el mismo círculo. En realidad más que feo, es triste. Y lo más triste es ver que vos y yo somos quienes lo perpetuamos, que no somos para nada inocentes, ni irresponsables.

Las mismas personas que se cubrieron de banderas revolucionarias son quienes ahora no saben decidirse entre dignidad y ruido a metal vacío, hueco. Entre no dar el brazo a torcer, y dejar que nos tuerzan el brazo los mismos de siempre pero con distinto nombre…pero esta vez, como tantas otras, en nombre de la patria..que es suya y mía. Cómo puede ser la misma patria suya y mía…No quiero que mi patria sea la de ellos, no quiero que su patria sea la mía.

Y desarrollé un sentimiento, y más de uno. Vergüenza, impotencia y asco. Hacia los grandes licenciados y sus grandilocuentes eufemismos. Lo pienso dos veces y me convenzo de que la palabra periodista ya no es la gran quimera (no se si alguna vez lo fue). Ahora es una profesión que perdió toda su magia, junto con su integridad, porque ahora estoy segura que tiene precio, y no me lo contaron, lo vieron mis ojos…un poquito más abiertos que ayer.
Y la palabra izquierda ya perdió su aura, ya masacró su decencia.
Y en medio de todo están las repetidoras con patas, esos que se mueven con hilos que manejan un grupo de cobardes, empachados de sus ambiciones.

Y en el medio estas vos, que no pensaste dos veces en ninguna de las consecuencias…
Y también estoy yo, que me pregunto si alguien puede hacer algo, y me canso tan solo de pensarlo.
Nuestras intenciones se mezclan y tu doble condescendencia se vuelve peligrosa.

En ese preciso momento entendió su esencia

En ese preciso momento entendió su esencia. A la mente le llegaron palabras que nunca antes había asociado a su persona. Desapego, desarraigo voluntario, hipocresía, fachada, soledad, cobardía. El peso de ser lo que los otros quisieron que fuera, o lo que ella dejo que los otros moldearan. Nunca fuiste lo que dejaste que creyeran. Esa seguridad, esa confianza. Todos moldes inexistentes y opacos. En ese momento entendió su esencia, sin talentos, sin aristas, plana, simple, monocromática. Y no supo si la amabas más aún o si deseaba no verla ni saber más de ella. No volvió a preguntarse lo mismo. Por ese día decidió no pensar más en aquella revelación.
Un tiempo más tarde todo parecía volver al lugar de origen. Los pensamientos iban nuevamente tomando formas más sutiles y complacientes. Ella ya sonaba como ella en su recuerdo, y su memoria selectiva se ocupaba nuevamente de seleccionar las sensaciones. Ella volvía a ser la ella de siempre, con su magia, con sus peculiaridades, con sus divertidas señas particulares. Sin saber hasta cuando. Sin saber cual de las dos nociones era la correcta. Dejo en manos del tiempo y de los sucesos la respuesta a esas preguntas. Al fin y al cabo siempre había dejado en manos del tiempo esas respuestas. Pero el tiempo es manipulable, como sus respuestas, y lo que en algún momento le fue tan claramente esclarecido, hoy ya era un leve sinsabor que se perdía.

Borradores de borradores

Siempre escribe igual. Siempre escondida tras un manto de humo.
Transeúnte de los mismos vocablos y rimas.
No hay nada arriesgado en el color de sus versos.
Todo programático.

El rostro que cualquiera puede conocer y que ya todos conocen
Con esa forma tan suya de seleccionar expresiones.
Con esa sutileza solapada de critica y poca verborragia.

Un tic-tac de sonetos sin métrica ni sentido.
Un augurio de principio a fin, muy bien adornado, muy poco soberbio. Increíblemente cobarde.

Sin entradas inesperadas, sin recovecos ni potencialidades.
Borradores de borradores, todos de papel carbónico

Hijos de la nada.
Nacidos de un submundo extraño de frases, que nunca se aparean ni se materializan.
Un escribir poco fértil y poco autentico.Un limite claro, una verdad inexistente.